Es fácil

No te puedo querer.

No me puedes querer.

El amor no se convierte en necesidad por capricho ¿no crees?

Lo nuestro sólo era puro egoísmo, sufríamos aposta para dañar al otro, pero al mismo tiempo al otro no le importaba lo que nos pasara.

Y ahora por una parte me da pena darme cuenta de que el amor se acaba, de que se nos ha escapado cupido y sólo tenemos la flecha clavada, pero ya no hay magia.

Nos va a costar ser simples desconocidos que se cruzan por la calle. Nos va a costar saludarnos tan sólo con un triste “hasta luego” mientras que deseamos no vernos “luego”. Pero no me importa que nos cueste, porque ese dolor pasa, ese dolor no pincha todos los días. El dolor que pincha es el de estar contigo y saber que tú no estás... porque yo no quiero una soledad compartida. Sentirme vacía a tu lado mientras que nos decimos “te quiero”, ya todo por inercia.

Así que este es el mejor de los finales que podía haber tenido nuestra historia. Tú encontrarás a alguien, yo quizás también y pasearemos nuestro amor con la intención de cruzarnos de nuevo y demostrarnos que nuestra vida no se acaba en nosotros... Demostrarnos que podemos ser felices, a pesar de que para serlo necesitemos demostrarlo.

Pero es fácil entender este final, compañero, es que es muy sencillo entenderlo: yo no puedo seguir encontrando al traidor y al amigo en una misma cama ¿es el amor desamor al mismo tiempo?

Y si estoy triste ahora no es porque termine, eso es lo que más he deseado en estos últimos días. Estoy triste porque empezó y la vida se me ha ido en cada mentira. Lloro porque todo lo nuestro ha sido una farsa inventada entre los dos, porque nunca nos quisimos en el fondo, toda la fachada se ha caído a pedazos y nos hemos quedado desnudos sin saber que decir. Y es muy triste no saber que decir...

Pero a partir de ahora soy tu pasado, soy esa relación complicada difícil de explicar, soy la caricia y el cuchillo, tu compañía y tu soledad. Mas tú, desconocido amante, tú eres mi nunca, mi nunca jamás.